Nuestra experiencia en Jujuy, Purmamarca, Salinas Grandes y la Montaña de 14 colores
El noroeste de Argentina es una de esas zonas que suelen quedar fuera de los circuitos turísticos más habituales. El país está lleno de lugares icónicos y, normalmente, la extensión de un viaje no alcanza para conocerlo todo. En nuestro caso, viajamos a Argentina en julio y agosto (su invierno), así que descartamos sitios como Ushuaia en busca de un clima algo más amable. Fue así como descubrimos los pueblos del noroeste, que nos enamoraron desde que los vimos por internet y terminaron por sorprendernos aún más al visitarlos en persona.
Descubriendo la provincia de Jujuy
De las tres provincias que recorrimos en la zona, Jujuy se convirtió en nuestra favorita. Aterrizamos en San Salvador de Jujuy en un vuelo de Aerolíneas Argentinas procedente de Iguazú. El aeropuerto está a media hora del centro, y lo más cómodo para ese trayecto fue tomar un taxi (en 2023 no había muchos conductores de Uber y el autobús, o “colectivo”, pasa solo una vez por hora).
Nos alojamos en un apartamento céntrico reservado por Booking. Tras instalarnos, dedicamos ese primer medio día a pasear por la ciudad y encaminarnos a las Termas de Reyes, con la idea de darnos un baño.
Termas de Reyes: opciones de termalismo
- Acceder directamente a las piscinas de las Termas de Reyes: Son tres piscinas y un pequeño restaurante, pero a nosotros nos parecieron caras y no nos convencieron, así que no entramos.
- Acceder al complejo termal del hotel: Sabíamos que existía la opción de un pase de día sin estar alojados, pero había que llegar por la mañana. Llama antes para asegurarte si te interesa.
- Piscina de agua termal en un complejo de cabañas: Fue nuestra elección. Pagamos un ticket y accedimos a una piscina con jardín, mesas, un kiosko y vestuarios. Una alternativa más económica y con la posibilidad de relajarnos al sol.
Para volver al centro, cogimos el autobús que sale justo a la puerta de la piscina (se paga con la tarjeta SUBE). Por la noche, cenamos en Manos Jujeñas, un restaurante que acabó siendo nuestro favorito de todo el norte: relación calidad-precio imbatible, un comedor acogedor y un locro (guiso de carne con alubias) espectacular.
Nos quedamos con ganas de visitar el Parque Calilegua y la Fuente del Jaguar, pero habríamos necesitado un día completo para ello. Lo apuntamos para la próxima.
El folclore y la música en directo
Algo que nos llamó la atención en Jujuy fue la fuerza de su folclore. La música, la danza y las tradiciones están muy vivas en la región, y no es raro encontrar tabernas o peñas donde se reúnen lugareños y turistas para disfrutar de música en directo. Entre chacareras, zambas y carnavalitos, te sumerges en la cultura norteña de una forma auténtica y cercana.
Si te animas, pregunta en tu alojamiento o a los mismos locales por las “peñas folklóricas”: muchas veces no tienen grandes carteles, pero las descubrirás al escuchar guitarras, bombos y la voz de los artistas que, con suerte, te invitarán a bailar.
Camino a Purmamarca
Al día siguiente, fuimos a la antigua terminal de Jujuy para tomar un remís compartido con destino a Purmamarca. Estos remises son taxis que agrupan a varios pasajeros para el mismo trayecto, y los encuentras en la acera, donde los taxistas cantan (o anuncian) el lugar al que se dirigen.
Por unos 3€ por persona y algo más de una hora de viaje, llegamos a Purmamarca, un pueblito famoso por sus artesanías y por el Cerro de los Siete Colores, que se divisa desde cualquier punto. Es muy pintoresco y bastante turístico, con múltiples alojamientos. Nosotros buscamos hospedaje en destino y terminamos en el Hostal La Llamita (20€ la noche, baño privado, limpio y muy acogedor). En Purmamarca todo está a mano, así que poco importa dónde te alojes: te sentirás en pleno centro igualmente.
Excursión a las Salinas Grandes

Desde Purmamarca, nos apuntamos a un minibús que ofrecía la visita a las Salinas Grandes. La experiencia fue tan breve como inolvidable. Para llegar a las salinas existen tres opciones principales:
- Tour o minibús compartido: Ideal si no quieres conducir y prefieres ir con un grupo, saliendo desde Purmamarca a horas fijas.
- Coche propio o de alquiler: Recorres la Ruta 52 y paras en los miradores que desees, a tu ritmo.
- Remís o taxi privado: Quizá más costoso, pero perfecto si buscas flexibilidad total.
Al pisar las Salinas Grandes, sorprende la sensación de inmensidad: una planicie blanca que contrasta con el azul del cielo. Algunos guías explican la extracción de sal y las curiosidades del lugar. Lleva gafas de sol, protector solar y agua, pues la reverberación es bastante intensa y el clima seco puede afectarte. Tras las fotos de rigor y la contemplación de un paisaje único, regresamos a Purmamarca para cerrar el día paseando entre sus calles y admirando una vez más el Cerro de los Siete Colores.
Rumbo a Humahuaca y la Montaña de 14 colores
Desde Purmamarca, continuamos hacia Humahuaca, un pueblo con una plaza central llena de artesanías y un entorno que rezuma historia. Queríamos visitar el Cerro Hornocal, también llamado Montaña de 14 colores, uno de los paisajes más espectaculares del noroeste argentino.

El cerro está a más de 4.300 metros de altitud, por lo que conviene prepararse para la altura: caminar despacio, mantenerse hidratado y llevar abrigo. Hay diferentes maneras de llegar al mirador, pero nosotros optamos por un tour que partía temprano y regresaba al mediodía. Al llegar, nos recibió un auténtico arcoíris de estratos geológicos, con tonalidades rojas, rosadas, amarillas y verdes.
Cuentan que este lugar ha inspirado a pintores locales e incluso a algunos directores de cine, y no es de extrañar: la fuerza visual del Hornocal es inigualable. Aunque a veces se compara con la Montaña de 7 colores de Perú, aquí se vive una atmósfera más tranquila y auténtica, sin grandes aglomeraciones.
Consejos:
- Presta atención al mal de altura (mareos, dolor de cabeza).
- Lleva ropa abrigada y, si te lo piden, paga la pequeña tasa de acceso que gestiona la comunidad local.
- Dedica al menos una hora u hora y media para contemplar el paisaje con calma.
De vuelta a Humahuaca, aprovechamos para comer algo típico (empanadas, humita, tamales…) y visitar el Monumento a la Independencia, con vistas al pueblo. Con la Montaña de 14 colores, Jujuy nos volvió a demostrar que el noroeste argentino esconde rincones maravillosos.
Conclusiones: Jujuy y el encanto del noroeste
Este recorrido por San Salvador de Jujuy, Termas de Reyes, Purmamarca, las Salinas Grandes, Humahuaca y la Montaña de 14 colores nos dejó la clara sensación de que el noroeste argentino merece más atención de la que recibe. Cada parada ofreció un paisaje diferente, desde la paleta cromática del Cerro Hornocal hasta el blanco infinito de las salinas. Además, la calidez de su gente, la rica gastronomía (¡ese locro de Manos Jujeñas!) y la música folclórica en peñas y tabernas hicieron que nos sumergiéramos por completo en la cultura jujeña.
Si tienes la oportunidad de viajar a esta región, no lo dudes: mezcla historia, cultura, naturaleza y sabores, todo en un mismo itinerario que, además, se puede combinar fácilmente con otras provincias del norte argentino. Nosotros nos quedamos con ganas de conocer más sobre Calilegua y dedicar tiempo a explorar sus rincones menos transitados. ¡Será motivo para volver y seguir dejándonos sorprender por el mágico noroeste de Argentina!